viernes, 25 de julio de 2014

Caracas, a diferencia de venezuela, existió con nombre indígena cuandollegaron los españoles

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Oviedo y Baños, uno de los primeros cronistas de indias, así lo refiere en su Historia de la Provincia de Venezuela.

Caracas, a diferencia de Venezuela, sí existía como nombre en el momento en que llegaron los españoles. Había un territorio con un nombre indígena, con pobladores y con fama de tener buen clima y tierras de muchos animales y frutos. Oviedo y Baños, uno de los primeros cronistas de indias, así lo refiere en su Historia de la Provincia de Venezuela.

Eso significa que nuestra ciudad capital cumple 447 años como colonia española y lo fue hasta el 5 de julio de 1811, por cuanto el capitán Diego de Losada la entregó al rey de España como si fuese suya. Antes había existido un momento similar, cuando Francisco Fajardo tuvo la misma intención, pero fue desalojado por los pobladores indígenas en 1564.

No sabemos realmente si fue en 1567 o en 1564 cuando los españoles pudieron comenzar a construir sus casas en este lugar que llamaban el Valle de Caracas.

Empezaron por el norte, según escribió una vez el historiador Fray Simón, por el año 1625, según datos del ayuntamiento y de las crónicas militares.

Hubo una primera calle, la cual llamaron El Comercio mucho tiempo después, que pasa por lo que hoy atraviesa las esquinas de Carmelitas, El Conde y La Quebrada de Catuche. Ese camino comunicaba con el río Guaire, es decir de norte a sur o de sur a norte, dependiendo del viajante.

Los ranchos que alojaron a estos primeros europeos se ubicaban al norte de lo que hoy es la Plaza Bolívar. Aparentemente estaban dispersos, porque respondían a las reparticiones y encomiendas que hacían de las tierras usurpadas.

Los conquistadores sembraron el trigo al lado del maíz, de la cebada, de la caña, del añil, de las hortalizas, del tabaco, de las uvas y de muchos frutos que se daban con facilidad en estas tierras.

La primera iglesia parece haber estado ubicada en lo que hoy es Santa Capilla con el nombre de San Sebastián. Más adelante construyen otra dedicada a San Mauricio, pero poco tiempo después fue destruida por un incendio. Al cambiar la imagen de San Mauricio para la iglesia de San Sebastián, a ésta se le cambió el nombre.

Como no tenían monedas ni otra forma de dinero, realizaban las transacciones comerciales con perlas de Margarita o de Cubagua, las cuales llegaron a cambiar por productos llegados de Cuba y Puerto Rico, aunque fue a finales del siglo XVI cuando llegaron los primeros barcos con mercancías para esta provincia.

Cubrían el suelo de sus zaguanes con pequeños huesos de reses y en las puntas de los palos de sus cercas colocaban los cachos del ganado vacuno que beneficiaban para su consumo.

Hacia el año 1600 pusieron en funcionamiento el primer acueducto, llegan los primeros esclavos negros y se vive, dentro del ámbito de los conquistadores, un auge económico que permite la construcción de un muelle en La Guaira y la formación del primer ingenio azucarero en las riberas del río Guaire.

Sus Calles

En 1637, Caracas tenía cuatro calles. Se abrió la que ahora alberga la Catedral y la otra, más abajo, donde está la esquina de San Jacinto; se llamaban: La Mar, que posteriormente se llamó del Comercio; La calle de San Sebastián, donde ahora está la iglesia de Santa Capilla; la Otra Banda, donde está la Catedral y San Jacinto. Todas de norte a sur.

Las vías transversales, según relata Arístides Rojas en Crónicas de Caracas, surgieron en dirección oeste-este, en forma de callejones, y no fue sino hasta el siglo XVIII, cuando fueron poblándose de nuevas casas. En dicho siglo comenzó a declinar la producción agrícola. El trigo ya no se daba con la abundancia de los primeros cultivos a causa de la plaga, pero se introdujo el café, cuyo auge pronto llegó a suplir los demás cultivos.

Su Primera Escuela


Caracas tuvo, en 1591, su primera escuela, bajo los auspicios de Luis de Cárdenas Saavedra, quien solicitó al cabildo caraqueño sólo un pequeño pago y una casa para vivir a cambio de fundar una escuela, donde los huérfanos de padre y madre tuvieran prioridad.

Diego de Osorio, quien gobernaba la provincia, había sido diligente en la construcción de obras para la ciudad. También había fundado el Puerto de La Guaira, creado el primer hospital, empedrado algunas calles, el mejoramiento de los caminos y otras obras de interés público, tales como la Escuela de las Primeras Letras.

La propuesta de Luis Cárdenas de Saavedra tuvo acogida en el Cabildo de aquel entonces, pero no existían los recursos que ameritaba una empresa de esa naturaleza.

En vista de esto, se decidió comisionar a dos de sus miembros para que recogieran dentro de la población una limosna de hasta cincuenta ducados de a ocho reales, que junto a lo que pudieran aportar los padres de los niños, sirviera para pagar los sueldos del maestro.

Esta primera escuela, creada apenas a 24 años de fundada Santiago de León de Caracas, tuvo muy poca duración, dada la disparidad de criterios entre sus promotores y habitantes de la región, quienes no veían a la escuela como una necesidad de crecimiento para sus hijos.

Por otra parte estaba la directiva eclesiástica que obligaba a enseñar la religión católica, principios de lectura y escritura en lengua vernácula y muy pocas materias que sirvieran de provecho a los artesanos, agricultores y aventureros que poblaron estas tierras en aquel tiempo.

Llegó la Luz

Al principio fueron las antorchas las que alumbraron los caminos de los primeros pobladores de estas tierras caraqueñas. Cada quien hacía lo suyo cuando consideraba necesario trasladarse de un lugar a otro.

Luego llegaron los españoles y con ellos las ciudades y las necesidades de alumbrarlas. Pero era costoso, por eso dejaban que la luna cumpliese ese trabajo.

Algunas veces cuando un cura debía salir a dar la extremaunción a un enfermo grave, se dejaba acompañar de algún esclavo que llevaba en sus manos un palo de maguey o farol para alumbrarle el camino.

El primer indicio de alumbrado público en Caracas data de 1719, en sus primeros meses, cuando se celebró la creación del virreinato de la Nueva Granada.

Los cronistas aseguran que, con motivo de representar comedias, recitarse loas y de realizarse cabalgatas en Caracas los días 27, 28 y 29 de enero, se habían encendido antorchas y luminarias en las calles y plazas públicas.

Pero, al parecer, luego de la fiesta volvió la oscuridad, apoderándose de todos los espacios, hasta que el gobernador Felipe Ricardos dispuso el 15 de enero de 1752 que los habitantes de Caracas debían colocar en las puertas o ventanas de sus casas una luz fija, que bien podía ser un farol o un candil, en las noches que no fueran de luna llena.

Pero fue la devoción a las imágenes de santos y vírgenes, impuesta por el obispo Diego Antonio Diez Madroñero entre 1757 y 1769, la que obligó a que cada uno de los dueños de casa dispusiera de un patrono y lo alumbrara en la parte externa, contribuyendo con esto a mantener encendidas las calles de la ciudad.

Fuente: Ciudad Ccs/LaIguanaTV/25/07/14
Compilador. William Castillo Pérez

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